Judith Castro: El legado del mar y la batalla por Cabo Pulmo

Por Karina Espinoza / Mares Mexicanos

I. El legado del mar: una infancia forjada en la conservación

Desde su niñez, Judith Castro aprendió que el mar no era solo un espacio de recreo, sino un ente vivo que requería cuidado. Mientras otros niños de su edad podían lanzarse al agua sin más, ella y sus hermanos tenían una condición: antes de nadar, debían limpiar la playa. Esta sencilla regla impuesta por su padre no solo les inculcó disciplina, sino que los convirtió en guardianes tempranos de su entorno. Creció en una comunidad pesquera donde el océano lo era todo, donde cada jornada dependía de la pesca y donde el retorno de su padre con las manos vacías se convirtió en un dolor silencioso.

Con el tiempo, la pesca en Cabo Pulmo comenzó a declinar. Lo que antes era una actividad próspera, pasó a convertirse en una lucha diaria para obtener alimento y sustento. Esta crisis no fue exclusiva de su comunidad; en toda la costa de Baja California Sur, la sobrepesca y la degradación de los arrecifes coralinos provocaron una caída drástica en las poblaciones marinas. Sin alternativas, muchas familias se vieron obligadas a emigrar, dejando atrás su hogar y su forma de vida. Para Judith, este escenario no era aceptable. Sabía que debía haber otra forma de coexistir con el mar sin agotarlo.

Su camino no fue lineal. Se formó como secretaria ejecutiva bilingüe, se casó, tuvo un hijo y, tras su separación, regresó a Cabo Pulmo. Pero ya no era la misma. En su regreso, encontró una comunidad al borde del colapso, enfrentando una disyuntiva: dejar morir su ecosistema o transformarlo. Fue en ese momento que su educación ambiental tomó forma, con capacitaciones de la NOAA y WWF, lo que la llevó a convertirse en una líder en la defensa del mar.

II. La batalla contra Cabo Cortés: la victoria de una comunidad

La verdadera prueba para Judith llegó con la amenaza del megaproyecto turístico Cabo Cortés. Respaldado por capital español, este desarrollo pretendía construir más de 30,000 habitaciones de hotel, campos de golf y una marina a escasos kilómetros del Parque Nacional Cabo Pulmo. La comunidad sabía que la llegada de un proyecto de tal magnitud significaba la destrucción del ecosistema que con tanto esfuerzo habían protegido.

Judith no se quedó de brazos cruzados. Con una determinación inquebrantable, fue parte de una campaña de resistencia que trascendió su comunidad y llegó a instancias nacionales e internacionales. Así, junto con otros compañeros de causa, tuvo la oportunidad de viajar a la Ciudad de México para reunirse con autoridades ambientales, recabó firmas y llevó el caso a los medios de comunicación. Gracias al esfuerzo colectivo de la comunidad y a su liderazgo, lograron captar la atención de científicos, ambientalistas y organismos internacionales como Greenpeace y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

La batalla fue ardua, pero en 2012, después de una intensa movilización social, el entonces presidente Felipe Calderón anunció la cancelación del proyecto Cabo Cortés. Este fue un triunfo sin precedentes en la historia de la conservación marina en México. La victoria no solo significó la protección del arrecife, sino que estableció un precedente: una comunidad organizada podía detener incluso a las corporaciones más poderosas si tenía el conocimiento, la persistencia y la pasión suficiente.

“Mi papá decía que nunca volveríamos a ver mares llenos de tiburones, pero aquí están de nuevo”

Los datos hablan por sí mismos. Desde que Cabo Pulmo fue declarado Parque Nacional en 1995 y se prohibió la pesca en la zona, la biomasa de peces ha aumentado en más de un 400%, según estudios del Instituto de Oceanografía Scripps. Es considerado el arrecife mejor conservado del Golfo de California, un logro que no habría sido posible sin la defensa férrea de la comunidad y de líderes como Judith Castro.

III. Un modelo de conservación para México y el mundo

El impacto de la lucha de Judith Castro dentro de la comunidad de Cabo Pulmo trasciende sus propias costas. Su modelo de conservación comunitaria ha inspirado a otros pueblos pesqueros en México y el Caribe a reconsiderar su relación con el mar. La historia de Cabo Pulmo ha sido presentada en foros internacionales, desde la ONU hasta la COP de cambio climático, como un ejemplo de resiliencia y restauración ecológica.

Pero la batalla no ha terminado. Con el auge del turismo en Baja California Sur, nuevos desarrollos continúan amenazando la estabilidad del ecosistema marino. Judith sigue en la primera línea de defensa, exigiendo regulaciones estrictas para evitar que el turismo desenfrenado vuelva a poner en riesgo el arrecife. Su trabajo ha demostrado que la conservación no es solo una cuestión ecológica, sino también económica: el ecoturismo en Cabo Pulmo ha generado más ingresos y empleo para la comunidad de lo que la pesca alguna vez hizo, demostrando que es posible vivir del mar sin destruirlo.

“El mar puede recuperarse si lo dejamos en paz. Si cada persona entendiera que su granito de arena importa, el impacto sería inmenso”.

A nivel nacional, la historia de Cabo Pulmo ha servido como argumento clave para la creación de nuevas Áreas Naturales Protegidas en México. Su lucha ha contribuido a una mayor conciencia sobre la importancia de los arrecifes coralinos y el impacto del cambio climático en los océanos. En un país donde la presión de los desarrollos inmobiliarios sobre los ecosistemas costeros es inmensa, el éxito de Cabo Pulmo demuestra que otro camino es posible.

Judith Castro es más que una activista; es el testimonio de que el amor por la tierra y el mar puede mover montañas. Su legado no es solo un arrecife que ha vuelto a florecer, sino una comunidad que ha aprendido a luchar por su futuro. Su historia es una lección para México y el mundo: cuando el océano da señales de agotamiento, la respuesta no es abandonarlo, sino protegerlo con todas las fuerzas.

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