Dos años de trabajo demuestran que el Golfo de California es una esperanza contra el cambio climático
Fueron dos años de trabajo: comenzaron con una conferencia en la que participaron 262 investigadores de cinco países y terminaron con la publicación de 16 artículos que, por primera vez en mucho tiempo, nos dan pistas sobre cuáles han sido los daños que ha sufrido el Golfo de California por el cambio climático.
“Lo que nosotros esperábamos concluir es que efectivamente el Golfo de California se ha empobrecido con el cambio climático pero al final parece que la fauna en el golfo es bastante resiliente en el plancton, que es la base de la trama alimentaria”, explica el Dr. Jaime Gómez, investigador del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas del Instituto Politécnico Nacional (CICIMAR-IPN) quien fue uno de los coordinadores de este titánico esfuerzo de investigación cuya principal conclusión es que hay razones para no ser fatalistas respecto al futuro de este ecosistema.
El principio de esta historia sucedió en noviembre de 2020, cuando Gómez, junto con Carlos Robinson Mendoza, director del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM y Sergio Hernández Trujillo director del CICIMAR-IPN, decidieron lanzar una convocatoria abierta para una conferencia en la que pudiera participar cualquier investigador con proyectos de investigación sobre cambio climático en el Golfo de California.
“Fue una iniciativa para responder al movimiento internacional 30 x30, de la UNESCO. Este es un esfuerzo a nivel mundial para que se proteja el 30% del océano del planeta, al año 2030”, explica Gómez. “Digamos que la idea es que en ese año tengamos el océano que queremos, un océano mejor conocido y más limpio y un océano más diverso y productivo”.
Aquella conferencia con 262 investigadores se realizó en 2020, en plena pandemia por lo que las ponencias se realizaron en línea. Desde mayo de 2021 se sometieron 30 artículos al arbitraje de la revista internacional “Progress in Oceanography” donde
“fueron publicados 16 de esos 30 manuscritos desde mediados de 2021 a febrero 2023 que a continuación Gómez recapitula algunas de las investigaciones publicadas:
*Décadas de calentamiento. “David Serrano en conjunto con Francisco Delgadillo Hinojosa demostraron que en los últimos 70 años el Golfo de California sí ha tenido un incremento de temperatura”, resume Gómez acerca del proyecto de estos investigadores que lograron reunir y hacer comparativos de muestreos históricos desde 1939.
En ese mismo renglón, personal de la UNAM de la estación Mazatlán encabezada por el Doctor Joan Albert Sánchez Cabeza, usaron su propia base de datos (que data de la década de los 70, cuando el gobierno federal dio su primer impulso a la creación de Instituciones de investigación marítima en el Pacífico) para concluir que el Golfo de California de ha calentado 1.57 grados por década.
*Empobrecimiento comprobado. El fitoplancton se conoce hoy por ser la comunidad de microorganismos que alimentan al mundo. Su función consiste en células que realizan la fotosíntesis y, en ese proceso, estos organismos absorben bióxido de carbono, producen oxígeno, carbohidratos y proteínas. “El estudio de Cristian Hakspiel Segura, investigador de la Universidad de Baja California, y colaboradores analizaron datos in situ y satelitales sobre la concentración de clorofila, que es el principal pigmento fotosintético del fitoplancton. Ellos demostraron mediante datos de cruceros de investigación realizados entre 2005 y 2019 que en 2012 el fitoplancton se ha empobrecido con una lenta recuperación hasta el 2019.
Juan David Acevedo Acosta y Aída Martínez López también presentaron resultados de fitoplancton pero capturados en trampas de sedimento, es decir, las células de fitoplancton se hunden en la columna de agua y se depositan una especie de embudo instalado a 300 m de profundidad en la columna de agua. La trampa
“recolectó organismos fitoplanctónicos de 2008 a 2012 detectaron un abrupto cambio en la comunidad de fitoplancton cuando apareció el fenómeno de ‘El Niño’, que provocó un calentamiento anómalo entre 2009 y 2010”.
*Tropicalización. Fabio Favoretto, Carlos Sánchez y Octavio Aburto-Oropeza trabajaron con las comunidades de invertebrados (corales, abanicos de mar, estrellas de mar y erizos) de arrecifes rocosos en la costa peninsular del Golfo de California de 2010 a 2020. “Ellos concluyeron que algunas especies que a inicio de la década estaban en Cabo San Lucas, al paso de los años las fueron detectando el arrecifes rocosos cada vez más hacia el norte como consecuencia del calentamiento del Golfo, las especies tropicales se han estado observado cada más hacia el norte”.
*Más que ruido. Investigadores de la Universidad de Standord, UNAM y CICIMAR usaron otra técnica moderna para documentar la abundancia de peces. “Mediante un equipo acústico, como fuera un murciélago que envía señales de sonido para detectar sus presas cuando se reflejan, se envían señales hacia el océano y ese sonido regresa en forma de eco a la superficie. Así se puede estimar la abundancia de plancton y peces que vive en los primeros 200 m de profundidad del océano”.
Lo que se descubrió es que cada vez que suceden el evento de “El Niño” (2009–2010 y 2015–2016) disminuye sustancialmente la detección de peces. “Y tardan de 2 a 3 años en recuperarse”, explica Gómez.
En resumen, los 16 artículos publicados en la revista “Progress in Oceanography” complementan información que aunque efectivamente existe evidencia de un empobrecimiento en la fauna como calamares gigantes, peces de pesca deportiva, lobos marinos o aves pero al estudiar la base de la trama, se descubre que el Golfo de California ha mostrado una gran resiliencia durante la década reciente. Es decir, que los microrganismos planctónicos como como el krill (que son las presas de las ballenas) y el fitoplancton han resistido al prolongado calentamiento detectado durante gran parte de la década del 2010.
“Efectivamente, no es objetivo ser fatalista, existen problemas, claro que los hay. Pero parece que el Golfo de California al final, en la base de la trama es un ecosistema altamente resiliente”.
Verónica Díaz/Mares Mexicanos