Dra. Isabel Ochoa, mujer científica, profesora, fundadora y Decana de CICIMAR
El decreto fue redactado y firmado en 1978 por el entonces presidente José López Portillo. Así fue como finalmente, se dio fin a la incertidumbre y el edificio del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR) fue entregado al grupo fundador de alrededor de 10 académicos.
Pero la doctora lo sabe, no porque ese día haya hecho la solicitud al mandatario, estaba embarazada y no asistió al evento. Lo sabe bien porque a pesar de quienes quisieron matizar la historia diciendo que el decreto estaba escrito en papel, ella, en su rol de Decana ha sido guardiana de la memoria de este centro de investigación desde 1987 y, conoce el sitio exacto del archivo donde se encuentra la servilleta.
La Doctora Isabel Ochoa Báez cuenta con 54 años de trayectoria académica, 46 de los cuales los ha pasado en el CICIMAR de La Paz, Baja California; excepto el tiempo que viajó a Cataluña, a otra de sus aventuras como científica, para doctorarse.
Recién egresada de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, la doctora Ochoa Báez recibió la invitación de la Maestra María Luisa Sevilla a trabajar para la escuela de Licenciatura en el CICIMAR. Ahí empezó la historia de una vida dedicada a la investigación, la enseñanza, la publicación, etc.
“Cuando era niña dije un día: me voy a vivir a donde haya mar. Así que cuando esto se concretó fue como empezar a cumplir un sueño”, dice la Doctora Ochoa.
No ha sido un trayecto sencillo, pero sí uno plagado de valor, constancia, disciplina y trabajo.
Es a propósito del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer que la doctora Ochoa Báez accede a platicar con Mares Mexicanos, ella es ejemplo de esas mujeres que han logrado empoderarse a pesar de las adversidades y con su trabajo han allanado el camino a las generaciones siguientes de mujeres científicas.
Este día, de acuerdo con la Organización de Naciones Unidas, se celebra este día con el propósito de hacer conciencia sobre la importancia de empoderar a las mujeres en todos los entornos, proteger sus derechos y garantizar que éstas puedan alcanzar todo su potencial.
“Tuve dos hermanos hombres y ellos tenían prerrogativas que yo no tenía, decía ¿por qué no fui hombre?, pero poco a poco me fui dando cuenta que pues sí, tenemos un lugar en la sociedad como mujeres y pues lo fui superando entre mis compañeros de la escuela, entre todo esto y no por esto nunca me sentí así, como te diré como inferior ni nada, con mi desarrollo como mujer personal todo eso, pues incluso a veces mejor que los mismos hombres”, dice en entrevista con Mares Mexicanos.
“Lo llegué a vivir incluso en el CICIMAR –señala– pero de ahí en fuera me fui como yo sola diciendo bueno, no tiene importancia y yo soy capaz de hacer cosas y sí te cuesta un poco pero uno tiene que estar muy seguro de si con mi mujer. Creo que muchas mujeres llegamos a estos niveles con esa, con ese valor que nosotras mismas nos hemos dado”.
Rosa Isabel Ochoa Báez estudió una licenciatura en ciencias biológicas en el IPN, la Maestría en Ciencias Marinas en CICIMAR y el doctorado en la Universidad Politécnica de Cataluña en Ciencias del mar. Actualmente es Profesor investigador de CICIMAR desde su fundación y Maestra Decana desde 1987.
Como decana de este, que fue el primer centro foráneo del IPN en México, escribió el libro “Una propuesta educativa y de investigación para el desarrollo marino en México”, junto con su esposo Julián René Torres. Es una publicación donde se cuenta con detalle las adversidades que se vivieron para la fundación de este centro de posgrado.
“El edificio que estaba construyendo desde 1976, decían que era para nosotros
pasaban camiones con cosas que parecía que iban a abrir un hospital, llevaban camas y luego se las vuelven a llevar, no que no son de ahí y así. Finalmente, somos muy audaces y nos atrevimos a robárnoslo como buenos valientes; nos fuimos a invadir y nos fuimos al edificio ahí a ver todo y a adueñarnos.
“Ya en el 78, nos enteramos que venía el presidente José López Portillo a un evento a Los Cabos, se armó una comitiva de alumnos y profesores y fueron, se acercaron y fue como surgió la famosa servilleta en la que está el decreto y firma del presidente para la entrega del edificio”, dice la académica.