La lección que González Barba aprendió de los fósiles: “el humano debe adaptarse para sobrevivir al cambio climático”
En 1986, como parte de sus estudios de licenciatura en la Universidad Autónoma de Baja California, Gerardo González Barba recibió bolsas de dientes de tiburón que habían estado guardadas por años; intuitivamente los ordenó por tamaños y de ahí empezó su gran viaje por la ciencia.
“De niño soñé con ser arqueólogo pero también sentía una devoción por las montañas y los cerros. Esta fascinación por la arqueología y la naturaleza se traduce en mis estudios; me di cuenta de que era algo que me producía una gran alegría, un gran entusiasmo”.
González Barba trabaja ahora como investigador en la Universidad Autónoma de Baja California, en donde acaba de publicar el Primer registro en la Cuenca Los Barrilers de un belenoptérido (un mamífero marino del que se conocen hasta 8 géneros ya extintos).
Siempre justo y claro respecto al trabajo en colaboración, pronto durante la charla se apresura a aclarar que las últimas publicaciones son trabajos en equipo con tesistas de posgrado.
A La Paz llegó en 1991, cuando participó durante tres años en el rescate de patrimonio paleontológico en San Juan de la Costa. Pero ya desde años antes “vivía” en el Mioceno y el Oligoceno, es decir, que dedicaba la mayor parte de su tiempo a estudiar a los mamíferos marinos de esas épocas pertenecientes a la era del Cenozoico.
Esta experiencia lo ha llevado a entender de una manera amplia fenómenos naturales como el cambio climático, sobre el cual, explica, no sólo se trata del calentamiento global, sino de sus repercusiones.
“En el eoceno, el planeta fue tropical pero en la transición hacia el oligoceno, el planeta se enfrió y fue en ese mundo templado oligocénico que comenzó este mundo moderno que tenemos nosotros. Es un mundo principalmente frío en los últimos 30 millones de años a partir del oligoceno”, explica.
Es decir, que los ciclos del planeta han implicado un movimiento constante entre eras tropicales y de enfriamiento. La humanidad, por tanto, debe ocuparse del cambio climático como un reto de adaptación para sobrevivir.
El investigador mexicano publicó en marzo de 2020 el resultado de un vasto estudio de fauna de tiburones y rayas del Plioceno en el Cañón El Álamo, en Baja California Sur (a unos 30 kilómetros de Santa Rosalía). El hallazgo fue impresionante: un conglomerado con abundantes fósiles de dientes de tiburón y rayas, un depósito volcánico basal y limolita de color amarillo ocre.
Pero más allá del descubrimiento paleontológico, los fósiles que ha estudiado, hallado y clasificado otorgan sustento a González Barba en sus argumentos sobre el cambio climático que vivimos.
“Este estudio de los tiburones y las rayas en estas épocas también me dio una perspectiva global porque estos fósiles, como son de seres nadadores, se repartieron por todo el mundo, desde la Antártida hasta el Círculo Ártico durante el Eoceno pero ya no lo hicieron durante el Oligoceno. Como el mundo es menos tropical, pues el registro fósil está más limitado”.
Fue, explica, un momento de cambio crítico para el planeta: “Digamos que el cinturón tropical se hizo más pequeño. Ese trabajo con los dientes de los tiburones y las rayas y ese análisis a través de la historia del espacio y el tiempo me llevó a tener esta percepción global de los mares”
La lección es muy clara para la humanidad y su futuro: ¿Qué vamos a hacer si, tras el calentamiento del planeta, sucede una nueva era de enfriamiento?
“Ahora estamos temporalmente en una condición que se llama óptimo climático. Para muchos científicos recientes del cambio climático, la preocupación más grande no será cuando el planeta se siga calentando, sino cuando el planeta se enfríe. Porque en una condición de frío vendrá la hambruna”.
Esta preocupación se ha documentado por científicos como James Zachos, Mark Pagani, Losa Sloan, Ellen Thomas y Katharina Bullups, quienes han publicado varios artículos en la revista Science en la que muestran los ciclos de calentamiento-enfriamiento del planeta durante la era Cenozoica.
“Lo que ha derribado imperios en la historia de nuestro planeta han sido las hambrunas asociadas a pequeñas edades de hielo, así que el enfriamiento es lo que realmente deberíamos de del terror. Mientras el planeta se mantenga tropical, tendremos condiciones de selva y abundancia de alimento pero no será así cuando suceda el enfriamiento y hay que preguntarnos ¿qué vamos a hacer?”.
Por supuesto, la pregunta que plantea Gerardo González Barba no es catastrófica sino que busca una respuesta alentadora: “La vida se ha adaptado, nuestra humanidad también. Pienso que la lección más importante es: no fabriquemos una catástrofe y hagamos los cambios que sean necesarios”.